Una pareja pasó casi 4 meses viviendo en el océano rodeados de tiburones. ¿Qué fue lo más difícil y cómo lograron sobrevivir?

El encuentro con una ballena herida marcó un giro trágico en la vida de los esposos Bailey.

Maurice y Marilyn Bailey enfrentaron casi cuatro meses en alta mar sin agua ni provisiones, con mínimas posibilidades de sobrevivir. Justo cuando parecía que todo estaba perdido, un milagro ocurrió: fueron rescatados.

Desde que se casaron en 1962, los Bailey soñaban con navegar por el mundo en su propio velero. Vendieron su casa en Southampton seis años después para adquirir el barco que los llevaría a cumplir su sueño. Durante cuatro años, lo equiparon meticulosamente mientras Maurice leía libros sobre supervivencia en el mar.

En el invierno de 1973, partieron desde Southampton con destino a Nueva Zelanda, donde planeaban comenzar una nueva vida. El viaje inició sin problemas, y Marilyn mantenía comunicación con su madre en Inglaterra, enviándole postales desde cada puerto que visitaban. Sin embargo, tras su última postal enviada en febrero de 1973 desde el Canal de Panamá, el silencio inquietó a la madre de Marilyn, quien presintió que algo andaba mal.

El 4 de marzo de 1973, mientras navegaban cerca de un barco ballenero, un fuerte impacto sacudió su velero. Según relató más tarde Marilyn en su diario, salieron a cubierta y se encontraron con una enorme ballena herida rodeada de agua teñida de rojo. Con horror, descubrieron que el casco del velero tenía un gran agujero por debajo de la línea de flotación, y el agua inundaba rápidamente la cabina.

Sin otra opción, inflaron un bote salvavidas y trasladaron lo que pudieron salvar: latas de comida, una pequeña estufa, mapas, una brújula, herramientas para reparar el bote, recipientes de agua, utensilios básicos y sus pasaportes.

Al principio, sobrevivieron con las provisiones rescatadas del barco y agua de lluvia que recolectaron en abundancia. Sin embargo, cuando la comida se agotó, comenzaron a alimentarse de tortugas, aves marinas y peces, incluyendo pequeños tiburones que atrapaban con sus manos o improvisados anzuelos. Aunque esto iba en contra de su amor por la naturaleza, no tuvieron más remedio que hacerlo para sobrevivir. Más tarde, adoptaron una dieta vegetariana como homenaje a los animales que les salvaron la vida.

Para mantener la moral alta, jugaban dominó y cartas, planificaban banquetes imaginarios y diseñaban su futuro velero. Intentaron llegar a las Islas Galápagos, pero las semanas pasaron sin avistar tierra. Varias embarcaciones ignoraron sus señales de socorro, y sus cohetes de emergencia fallaron.

A pesar de todo, sobrevivieron. Tras su rescate, los Bailey retomaron su amor por el mar. En 1975 emprendieron un nuevo viaje en un velero, esta vez para estudiar ballenas en las costas de Patagonia. Escribieron un libro sobre sus experiencias y publicaron artículos en revistas, lo que les permitió financiar más aventuras.

Finalmente, en 1980, se establecieron en Lymington. Maurice abrió una pequeña tienda de botes, y ambos descubrieron una nueva pasión por el alpinismo, recorriendo Europa juntos.

Marilyn falleció en 2002, a los 61 años, tras una larga batalla contra el cáncer. Maurice, quien la sobrevivió por 16 años, recordó siempre con cariño los días que compartieron en alta mar, donde su resiliencia y amor mutuo los mantuvieron con vida en medio de lo imposible.