Tres años después de haberle regalado un abrigo a una mujer sin hogar en la víspera de Navidad, ella volvió con una caja gris y una sonrisa que jamás podré olvidar.
Aunque la Nochebuena debería ser un momento encantador, para mí siempre fue un doloroso recordatorio de un amor perdido. Hace tres años, ofrecí mi abrigo a una mujer sin hogar cuyos ojos, extrañamente familiares, me detuvieron en seco. Esta Navidad, esa misma mujer apareció en mi puerta con una maleta gris y una sonrisa inolvidable. … Read more